Dolor (Para mi admirada Cicatrices)
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Dolor (Para mi admirada Cicatrices)
ESTE DOLOR DE MI ALMA
Este dolor tan profundo de mi alma,
Se apodera de mi ser a cada día,
Mi vida ha perdido la calma
Cada momento lo vivo en agonía.
Busco respuestas en este mundo impío,
Solo encuentro paredes sin salida,
Un verano sin calor. Yo siento frío
Al no poder alejar esta pena de mi vida.
De corazón le pido a Dios su ayuda
De poder sobrevivir este tormento.
Ya no puedo hablar. Me quedo muda,
Tampoco puedo expresar mi sufrimiento.
Por qué Señor, yo te pregunto,
Si he sido una mujer buena y honesta,
Por qué tengo que sufrir este momento
Te pido que me des una respuesta.
Mis ojos ya no lloran. Mis lágrimas se han ido.
Me quedan solamente mi fé y mi esperanza
De salir de este infierno, es lo que pido
Y que regrese a mi vida la confianza. (Ana Oleson)
Dolor. Posiblemente el sentimiento más desconocido pero, digamos que es el más fiel, que es el que durante más tiempo de nuestra vida nos acompaña.
Desconocido porque realmente nadie puede decir cuál es su forma primigenia, su verdadera cara, ya que muestra una máscara diferente para cada persona y para cada circunstancia; y fiel porque nos acompaña desde el propio génesis de nuestra vida hasta su ocaso, aunque sea interrumpido a lo largo de nuestra existencia por momentos puntuales, más o menos duraderos e intensos, de alegría.
Hay muchos tipos de dolor, o más bien, ciñéndome a mis palabras anteriores, cada persona ve el Dolor de una manera. Unos lo ven como un monstruo poseedor de muchos tentáculos, todos diferentes, todos poderosísimos, y todos dispuestos a retorcernos hasta externuarnos. Otros lo ven como un mar oscuro y tempestuoso, que bambolea nuestro corazón como si fuera un frágil esquife. También hay quien lo ve como un viento huracanado que nos arrastra al abismo como si fueramos suaves plumas de ave. Pero, independientemente de cómo lo veamos, todos deseamos fervientemente olvidarnos de él y seguir adelante.
Cada uno intenta sobreponerse de una manera distinta a esa fuerza inconmensurable e interminable. Cada uno intenta deshacerse de ese Titán, de ese Craken, de mil maneras diferentes, pero pocos son los que se enfrentan a él.
Podemos inhibirnos, intentar aislarnos de él, intentar correr para dejarlo atrás. Podemos buscar mil formas diferentes de que desaparezca, y muy posiblemente la mayoría sean erróneas; meros intentos de escapar hacia delante. Pero jamás desaparecerá si no nos enfrentamos a él. Es la única manera, no ya de destruirlo, si no únicamente de mantenerlo a raya para que no siga carcomiendo nuestra alma hasta consumirla.
Por lo poco que sé, mi querida Cicatrices, tú has sido una de las personas que en algún momento, te enfrentaste a esa hidra de nueve cabezas. A tu monstruo personal. Y venciste.
Eres dura, como el mármol de Carrara. A veces, a los que te ven por primera vez, puedes incluso parecer fría. Pero es sólo por desconocimiento, o más bien, por supina ignorancia. Sólo es un escudo, tu escudo. Pero yo creo intuir qué fue lo que te hizo vencer a tu Hidra: El amor. Y eso será lo que te haga vencerla de nuevo. Lo sé.
Podría estar horas enteras escribiéndote cosas, pero hay muchas que prefiero decirte en privado.
En este mural público que es el foro, únicamente quería decirte una cosa:
Hay cosas que admiro de ti. Otras, las que te hacen persona, me hacen tenerte un cariño inmenso.
Y termino esta disertación con una cita y una disculpa:
“La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar.”
Thomas Chalmers
Me disculpo ante quienes no comprendan lo que acabo de decir. Saludos afectuosos a todos y en especial a la destinataria de esto.
Este dolor tan profundo de mi alma,
Se apodera de mi ser a cada día,
Mi vida ha perdido la calma
Cada momento lo vivo en agonía.
Busco respuestas en este mundo impío,
Solo encuentro paredes sin salida,
Un verano sin calor. Yo siento frío
Al no poder alejar esta pena de mi vida.
De corazón le pido a Dios su ayuda
De poder sobrevivir este tormento.
Ya no puedo hablar. Me quedo muda,
Tampoco puedo expresar mi sufrimiento.
Por qué Señor, yo te pregunto,
Si he sido una mujer buena y honesta,
Por qué tengo que sufrir este momento
Te pido que me des una respuesta.
Mis ojos ya no lloran. Mis lágrimas se han ido.
Me quedan solamente mi fé y mi esperanza
De salir de este infierno, es lo que pido
Y que regrese a mi vida la confianza. (Ana Oleson)
Dolor. Posiblemente el sentimiento más desconocido pero, digamos que es el más fiel, que es el que durante más tiempo de nuestra vida nos acompaña.
Desconocido porque realmente nadie puede decir cuál es su forma primigenia, su verdadera cara, ya que muestra una máscara diferente para cada persona y para cada circunstancia; y fiel porque nos acompaña desde el propio génesis de nuestra vida hasta su ocaso, aunque sea interrumpido a lo largo de nuestra existencia por momentos puntuales, más o menos duraderos e intensos, de alegría.
Hay muchos tipos de dolor, o más bien, ciñéndome a mis palabras anteriores, cada persona ve el Dolor de una manera. Unos lo ven como un monstruo poseedor de muchos tentáculos, todos diferentes, todos poderosísimos, y todos dispuestos a retorcernos hasta externuarnos. Otros lo ven como un mar oscuro y tempestuoso, que bambolea nuestro corazón como si fuera un frágil esquife. También hay quien lo ve como un viento huracanado que nos arrastra al abismo como si fueramos suaves plumas de ave. Pero, independientemente de cómo lo veamos, todos deseamos fervientemente olvidarnos de él y seguir adelante.
Cada uno intenta sobreponerse de una manera distinta a esa fuerza inconmensurable e interminable. Cada uno intenta deshacerse de ese Titán, de ese Craken, de mil maneras diferentes, pero pocos son los que se enfrentan a él.
Podemos inhibirnos, intentar aislarnos de él, intentar correr para dejarlo atrás. Podemos buscar mil formas diferentes de que desaparezca, y muy posiblemente la mayoría sean erróneas; meros intentos de escapar hacia delante. Pero jamás desaparecerá si no nos enfrentamos a él. Es la única manera, no ya de destruirlo, si no únicamente de mantenerlo a raya para que no siga carcomiendo nuestra alma hasta consumirla.
Por lo poco que sé, mi querida Cicatrices, tú has sido una de las personas que en algún momento, te enfrentaste a esa hidra de nueve cabezas. A tu monstruo personal. Y venciste.
Eres dura, como el mármol de Carrara. A veces, a los que te ven por primera vez, puedes incluso parecer fría. Pero es sólo por desconocimiento, o más bien, por supina ignorancia. Sólo es un escudo, tu escudo. Pero yo creo intuir qué fue lo que te hizo vencer a tu Hidra: El amor. Y eso será lo que te haga vencerla de nuevo. Lo sé.
Podría estar horas enteras escribiéndote cosas, pero hay muchas que prefiero decirte en privado.
En este mural público que es el foro, únicamente quería decirte una cosa:
Hay cosas que admiro de ti. Otras, las que te hacen persona, me hacen tenerte un cariño inmenso.
Y termino esta disertación con una cita y una disculpa:
“La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar.”
Thomas Chalmers
Me disculpo ante quienes no comprendan lo que acabo de decir. Saludos afectuosos a todos y en especial a la destinataria de esto.
seqen- Mensajes : 10
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