crueldad intolerable"
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crueldad intolerable"
Esta tarde estaba con un amigo en la cocina de mi casa. Vi que él se reía mirando algo en su pc y me acerqué a ver que era. En la pantalla se veía un vídeo de youtube con unos accidentes de tráfico bestiales—los que se produjeron en las carreteras españolas la semana santa del año pasado-- en el que una música cañera servía de telón de fondo para el descontrol en las autopistas, los escoñamientos contra las medianas y los cristales rotos saltando.
Lo que en el lenguaje común conocemos como “crueldad”, en estos casos no es más que un mecanismo de supervivencia. Es una realidad que cuando algo nos sobrecoge hasta un límite que no podemos soportar, el lado más rudimentario de nuestra mente elabora inmediatamente una respuesta en forma de defensa. Y esa defensa, ante el estímulo más violento, puede ser una carcajada. Mediante la risa liberamos endorfinas rápidamente para salir de ese estado de “trance” en que nos sumerge la violencia, y esto dura tan solo unos segundos de irracionalidad. Pensando en esto me planteo si la “tendencia natural” de cada persona a la “crueldad” tiene relación directa con el “umbral” de la resistencia ante ciertos estímulos que uno percibe como negativos. Es decir, que según esto uno es más “cruel” cuanto más sensible es. Uno será más cruel cuanto más sencillo sea dañarle.
Está claro que con el asunto de los coches hablo de crueldad “blanca”, de la carcajada reactiva, no de pensamientos meditados y masticados por venganza u orgullo dirigidos hacia un blanco. Pero ¿qué pasa con esta última “crueldad”?
Hace poco he leído insultos muy graves en relación con la enfermedad de una persona, así como acusaciones serias de un tema muy fuerte hacia otra, e insultos absurdos sin ton ni son a una tercera. Estos ataques iban siempre acompañados de risas, diría que desproporcionadas pero eso ya sería un juicio de valor, una impresión subjetiva por tanto. No obstante estoy seguro de que esto es un fenómeno reactivo y pongo la mano en el fuego porque las personas que realizan sistemáticamente estos actos son:
-Personas con una autoestima muy pobre, alimentada siempre desde lo ajeno, tan endeble que el mínimo roce provoca una reacción de crueldad desproporcionada y por supuesto dirigida.
-Personas que se ofenden facilmente porque son egocéntricas, es decir, piensan que la realidad ha de girar en torno a ellas, y ante la percepción de un estímulo negativo se crea en su mente un “imposible” que desencadena esta reacción. Se sienten atacadas en su egolatría. “¿cómo es posible que me encuentre con esto, si soy el centro del universo? A nadie le ocurre, sólo a mí”
-Personas con autocontrol mermado o nulo, porque una vez comienzan este tipo de risas y ataques no pueden pararlo hasta que se las limita desde el exterior.
-Personas que o bien no son conscientes de sus actos, o bien presentan una frialdad de tipo esquizoide ante realidades dolorosas para el alma como la enfermedad, etc, o bien rechazan de plano responsabilizarse de lo que hacen o dicen pues son tan frágiles que si se sienten “heridas” todo vale y cualquier acción (para ellas “reacción”) resulta justificable.
La paradoja de esto es que probablemente son personas con terror a estar solas, porque sin “el resto” de la humanidad su egolatría no tendría sentido. Seguramente no soportan sentirse rechazadas ya que este tipo de ataques son exhibicionistas, a fin de demostrar algo que ni ellas mismas se habrán detenido a poner en palabras. No lo hacen a escondidas, lo hacen a la vista de todos, ¿quizá por obtener aceptación? ¿ o quizá por una necesidad desbordada de desmarcarse de “los borregos” demostrando que ellas son “diferentes y mejores”?
Pero claro... al encontrar rechazo generalizado se produce el “eterno retorno”, la vuelta al inicio del círculo. El rechazo sirve para retroalimentar esa crueldad... y yo me pregunto hasta qué punto eso le será rentable a un ser humano ya que la moneda de cambio—lo que está en juego-- es el sufrimiento.
Porque en definitiva, si volvemos al punto de partida nos damos cuenta de que la crueldad no es más que un vehículo rápido para sacudirse de encima el malestar... y todo esto viene de la mano de que su sufrimiento es único—los demás no existen—, su placer también lo es y el fin siempre justifica los medios.
Como conclusión solo diré que cuando veo este tipo de cosas me alegro, humildemente, de poder controlar a tiempo mis emociones y mi dolor.
Lo que en el lenguaje común conocemos como “crueldad”, en estos casos no es más que un mecanismo de supervivencia. Es una realidad que cuando algo nos sobrecoge hasta un límite que no podemos soportar, el lado más rudimentario de nuestra mente elabora inmediatamente una respuesta en forma de defensa. Y esa defensa, ante el estímulo más violento, puede ser una carcajada. Mediante la risa liberamos endorfinas rápidamente para salir de ese estado de “trance” en que nos sumerge la violencia, y esto dura tan solo unos segundos de irracionalidad. Pensando en esto me planteo si la “tendencia natural” de cada persona a la “crueldad” tiene relación directa con el “umbral” de la resistencia ante ciertos estímulos que uno percibe como negativos. Es decir, que según esto uno es más “cruel” cuanto más sensible es. Uno será más cruel cuanto más sencillo sea dañarle.
Está claro que con el asunto de los coches hablo de crueldad “blanca”, de la carcajada reactiva, no de pensamientos meditados y masticados por venganza u orgullo dirigidos hacia un blanco. Pero ¿qué pasa con esta última “crueldad”?
Hace poco he leído insultos muy graves en relación con la enfermedad de una persona, así como acusaciones serias de un tema muy fuerte hacia otra, e insultos absurdos sin ton ni son a una tercera. Estos ataques iban siempre acompañados de risas, diría que desproporcionadas pero eso ya sería un juicio de valor, una impresión subjetiva por tanto. No obstante estoy seguro de que esto es un fenómeno reactivo y pongo la mano en el fuego porque las personas que realizan sistemáticamente estos actos son:
-Personas con una autoestima muy pobre, alimentada siempre desde lo ajeno, tan endeble que el mínimo roce provoca una reacción de crueldad desproporcionada y por supuesto dirigida.
-Personas que se ofenden facilmente porque son egocéntricas, es decir, piensan que la realidad ha de girar en torno a ellas, y ante la percepción de un estímulo negativo se crea en su mente un “imposible” que desencadena esta reacción. Se sienten atacadas en su egolatría. “¿cómo es posible que me encuentre con esto, si soy el centro del universo? A nadie le ocurre, sólo a mí”
-Personas con autocontrol mermado o nulo, porque una vez comienzan este tipo de risas y ataques no pueden pararlo hasta que se las limita desde el exterior.
-Personas que o bien no son conscientes de sus actos, o bien presentan una frialdad de tipo esquizoide ante realidades dolorosas para el alma como la enfermedad, etc, o bien rechazan de plano responsabilizarse de lo que hacen o dicen pues son tan frágiles que si se sienten “heridas” todo vale y cualquier acción (para ellas “reacción”) resulta justificable.
La paradoja de esto es que probablemente son personas con terror a estar solas, porque sin “el resto” de la humanidad su egolatría no tendría sentido. Seguramente no soportan sentirse rechazadas ya que este tipo de ataques son exhibicionistas, a fin de demostrar algo que ni ellas mismas se habrán detenido a poner en palabras. No lo hacen a escondidas, lo hacen a la vista de todos, ¿quizá por obtener aceptación? ¿ o quizá por una necesidad desbordada de desmarcarse de “los borregos” demostrando que ellas son “diferentes y mejores”?
Pero claro... al encontrar rechazo generalizado se produce el “eterno retorno”, la vuelta al inicio del círculo. El rechazo sirve para retroalimentar esa crueldad... y yo me pregunto hasta qué punto eso le será rentable a un ser humano ya que la moneda de cambio—lo que está en juego-- es el sufrimiento.
Porque en definitiva, si volvemos al punto de partida nos damos cuenta de que la crueldad no es más que un vehículo rápido para sacudirse de encima el malestar... y todo esto viene de la mano de que su sufrimiento es único—los demás no existen—, su placer también lo es y el fin siempre justifica los medios.
Como conclusión solo diré que cuando veo este tipo de cosas me alegro, humildemente, de poder controlar a tiempo mis emociones y mi dolor.
Re: crueldad intolerable"
Estoy completamente de acuerdo con eso de que el genero humano muchas veces se protege del dolor de lo horrible, llevándolo al polo opuesto e intentando valorar el bienestar o su vida mediante el humor y la risa...
Pero respecto a esa clase de personajill@s a los que se refiere Amo... me gustaría darle la razón, pero no soy capaz de encontrar el porque de dichos comportamientos. Diría que es una manera de buscar parecer divertid@ o guay, incluso se vanagloriaran de su valentía (cosa que para mi es todo lo contrario) ... pero me temo que se le ha olvidado una razón que aunque nunca queramos ver también existe... Esa razón es que en este mundo hay mucha mala gente, que disfruta del mal ajeno y encima se divierte con ello...
Me da igual la intención, o el problema psicológico que arrastran esas perturbadas mentes... Quizá sea que yo no soy una buena persona, pero en mi humilde opinión, buscar un razonamiento a esas actitudes es darles a esos personajillos una alternativa en la que escudarse y que no tengan que afrontar las consecuencias de sus actos, y eso es algo que me cansa.
En resumen, que quien sea MAL@, hij@ puta, vil, marruller@, o un sin fin de calificativos que se han ganado a pulso... que apechugue de sus actos, porque el tiempo o la vida les llevará a padecer por las risas que ahora disfrutan a costa del mal ajeno.
Pero respecto a esa clase de personajill@s a los que se refiere Amo... me gustaría darle la razón, pero no soy capaz de encontrar el porque de dichos comportamientos. Diría que es una manera de buscar parecer divertid@ o guay, incluso se vanagloriaran de su valentía (cosa que para mi es todo lo contrario) ... pero me temo que se le ha olvidado una razón que aunque nunca queramos ver también existe... Esa razón es que en este mundo hay mucha mala gente, que disfruta del mal ajeno y encima se divierte con ello...
Me da igual la intención, o el problema psicológico que arrastran esas perturbadas mentes... Quizá sea que yo no soy una buena persona, pero en mi humilde opinión, buscar un razonamiento a esas actitudes es darles a esos personajillos una alternativa en la que escudarse y que no tengan que afrontar las consecuencias de sus actos, y eso es algo que me cansa.
En resumen, que quien sea MAL@, hij@ puta, vil, marruller@, o un sin fin de calificativos que se han ganado a pulso... que apechugue de sus actos, porque el tiempo o la vida les llevará a padecer por las risas que ahora disfrutan a costa del mal ajeno.
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